Aquí se puede ver la importancia de fotografiar estas casas, junto a la palmera grande se observa una un poco más pequeña que ya ha sido destruida por el Picudo Rojo, supongo que la grande ya está infectada y seguramente la próxima primavera terminara muriendo.
En el momento de hacer esta foto y como siempre siendo culpable de mi allanamiento de morada, un señor se acerca a mí y me pregunta ¿que estoy haciendo?, después de explicarle cual es mi intención, y con su aprobación, me dispongo a hacer fotos, en cada perspectiva y dando tres vueltas a la casa para fotografiar todo lo que pueda, este amabilísimo señor, que tras de mí y sin parar de mirar lo que estoy haciendo, primero pensé,(no se fía de mí), pero enseguida me di cuenta, no es que no se fiara de mí, sino todo lo contrario, me estaba dando toda su confianza, y por fin, un poquito de charla, dejar la maquita de fumigar, quitarse la gorra, secarse el sudor, y hablamos, y vaya si hablamos, me conto que él planto hace treinta años la palmera que estaba muerta, y que él festeaba debajo de la palmera grande, que su hijo era profesor de la Universidad, que él, siempre se había preocupado de las palmeras, aunque los dueños de la finca no se lo mandaran, que tenía pena por verlas morir, hablamos ,hablamos, y hablamos, y conseguí lo que quería, hacer las fotos, pero lo más importante fue charlar con el amable agricultor, que ya ha forma parte de mi historia, gracias Juan, muchísimas gracias por ser tan amable, y me alegro de haber estado el lugar donde hace cuarenta y cinco años, tú festeabas con tu novia, GRACIAS amigo Juan,