Integrada en la mismísima huerta, es verderamente difícil de encontrar, en sus días de plenitud tuvo que ser una delicia, los naranjos están en la misma puerta de la entrada de la casa, en temporada de floración tendría que ser una gozada estar sentado en una mecedora al atardecer, el olor a azar tiene que ser una gozada. Quiero destacar el cerramiento de la puerta de las cuadras, es una verdadera preciosidad, los troncos están puestos de tal forma que es como una escultura de madera. Todo el suelo esta cubierto de agrillo, el color verde y la altura de la hierba le da un colorido de impacto. Os reto a intentar encontrarla, porque cuando se llega al lugar donde está, es como haber descubierto unas ruinas en plena selva de Indonesia.
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