jueves, 4 de febrero de 2010
La primera vez que se dio cuenta de la importancia de su nombre fue el día que su padre con un fuerte grito la llamo, “Federicaaaaaaaaaaaaa” como si toda la huerta retumbara, los girasoles se dieron la vuelta y el apio se estremeció de tal grito, y de nuevo “ Federicaaaaaaaaaaaa” ella que con solo ocho años ya se recorría las tres taullas de tierra que tenia su Casa con Palmera, llego corriendo y se presento frente a su padre, él la miro de arriba abajo, y como era costumbre en ella ya llevaba las manos llenas de barro de jugar cerca de la acequia donde hacia sus cacharritos de cocina y le prepara la comida a un gatito de un mes y un par de pollitos que le había cogido del corral a su madre. Ella miro hacia arriba y con sus grandes ojos le pregunto a su padre, ¿que quieres papa? Su padre sin mediar palabra le dio una bofetada que casi la tira de espaldas y después le pregunto, ¿Federica has abierto tú la puerta de las jaulas de los pájaros? Ella con la fortaleza que le caracterizaba y como siempre sin llorar, le contesto, si Papa, he sido yo, su padre a grito pelado le pregunto ¿pero porque has soltado los pájaros?, Federica con su carita de inocente y toda roja del bofetón, le contesto con descaro, Papa, para que quieres tener los pájaros encerrados en una jaula, si ellos vienen todas las mañanas a cantar en nuestra Palmera.
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